| Validez, confiabilidad y la generalización de los resultados Algunos metodólogos nos torturan con los desafíos de la validez y la confiabilidad en la investigación. Se habla de la validez interna y externa; validez de los constructos y validez instrumental; validez de las conclusiones y validez ontológica; validez consensual y validez ecológica, entre otras muchas sofisticaciones (Wolcott, 1994). En general, validez se refiere a la capacidad de la investigación, y todas sus distintas partes (conceptos, indicadores, procedimientos), de producir un reflejo fiel de la realidad que se propone develar. La confiabilidad tiene una aplicación más limitada y apunta a la estabilidad de los indicadores y su medición. Una estrategia de medición es confiable si produce un resultado igual o similar en sucesivas aplicaciones. Todos estos conceptos convergen sobre un mismo afán de establecer criterios de calidad en la investigación. Wolcott se queja de la artificialidad de varios de ellos y propone en su reemplazo la idea de “verosimilitud”. La demostración de que se ha alcanzado un alto grado de verosimilitud sería no la opinión de los colegas y especialistas sino la posibilidad de que los propios sujetos de investigación se reconozcan en los hallazgos. Estos pueden ser totalmente novedosos – nunca se vieron de esa manera antes – pero deben producir en ellos la sensación de autoreconocimiento, de familiaridad, de ¿por qué no lo había pensado yo? La generalización de los resultados es otro concepto que aparece mucho en los debates metodológicos. Similar a los anteriores, corre el riesgo de ahogarse en tecnicismos. Bajo el paradigma cuantitativo, se refiere a la relación entre la muestra estudiada y el universo que ésta pretende representar. Si la muestra es de un tamaño suficiente, y ha sido conformada correctamente, los resultados pueden ser un poderoso reflejo de la situación y el pensamiento de una gran cantidad de personas. No obstante, este no es el único modo en que los hallazgos de una investigación tienen aplicabilidad más allá de sí mismos. Burawoy (1992) defiende la posibilidad de generalización de los estudios cualitativos (al menos, los que usan diseños metodológicos apropiados). Este autor, experimentado sociólogo, frasea el problema en términos de la relación entre lo microsocial y lo macrosocial. Los resultados cualitativos no pretenden convertirse en una descripción fehaciente de una población mayor determinada. Sí, pretenden a una relevancia como descripción de la dinámica que subyace a la situación microsocial. Lo microsocial nunca se escapa de ser bofeteado por fuerzas que se expresan en muchos otros micro escenarios a la vez. El puente que viabiliza la generalización es, entonces, el modelo conceptual que se deriva de la investigación. El magnífico estudio de Auyero y Swistun, Inflamable (2008), sobre un distrito de Buenos Aires que sufre de la contaminación ambiental luego de décadas de actividad industrial descontrolada, organiza una serie de conceptos en un modelo que sirve para dar cuenta de situaciones similares en Lima, pese a las evidentes diferencias en las poblaciones y barrios informales en los dos países. Este modo de entender la generalización depende fuertemente de la profundidad y completud de la contextualización de cada investigación. Volvemos a uno de los temas que recorre esta Unidad: la investigación no es solamente la constatación de lo que ocurre dentro de una pequeña cápsula; es también el entorno, que se hace presente paso a paso. |